miércoles, 27 de octubre de 2010

León

Capital de un vasto y fecundo reino, la ciudad de León representa uno de los hitos del Camino de Santiago y sorprende, principalmente, por sus monumentos, que tiene su máximo esplendor en la trilogía formada por la catedral gótica, la basílica de San Isidoro y el hostal de San Marcos.

De no ser por ellos, se hablaría, junto con otras obras, mucho más del renacentista palacio de l os Guzmanes, actual sede de la Diputación Provincial, o de la Casa de Botines, encargada al arquitecto catalán Antoni Gaudí.

Asentada en las proximidades de la confluencia d elos ríos Torío y Bernesga, la ciudad de León debe su nombre ala Legio VII Gemina, creada hacia el año 70 por el emperador romano Servio Sulpicio Galba para proteger las explotaciones mineras de los ataques de cántabros y astures.

El campamento se fue transformando paulatinamente en ciudad, conquistada en el año 714 y abandonada posteriormente por los musulmanes, para ser repoblada por Ordoño I y declarada capital del reino asturleonés por Ordoño II. Pero fue en 1017, con Alfonso V, cuando experimentó un notable desarrollo y se convirtieron el núcleo urbano más importante de la España cristiana. En 1230 perdió la capitalidad con motivo de la unión de León y Castilla pero el comercio y la artesanía mantuvieron su crecimiento hasta los siglos XIV y XV, cuando fue asolada por las pestes y emigraron muchos de sus habitantes. La crisis se prolongó hasta finales del siglo XVIII y en el XIX experimentó un nuevo desarrollo, impulsado por una incipiente burguesía, hasta convertirse en la actualidad en centro de una gran actividad económica y cultural.

León es una de las pocas poblaciones que ya eran importantes antes de la creación del Camino de Santiago. Un lugar muy interesante.

El Apóstol y la Virgen María

El Apóstol Santiago pasó mucho tiempo en Hispania, predicando la doctrina de Jesús por tierras de Galicia, pero los pobres resultados obtenidos le decepcionaron y se planteó abandonar.

Una tarde meditaba sobre ello, mientras paseaba por la orilla del mar en Muxía, cuando vio aproximarse una barca de piedra sobre la que venía la Virgen María.

Ella le animó a seguir su labor, asegurándole que estaría a su lado. Después desapareció y allí quedaron los restos de la nave como prueba irrefutable de aquel suceso.

Por eso, la mayoría de peregrinos no terminan su viaje en Compostela. Muchos desean seguir el rastro del Apóstol por aquellos lugares en los que estuvo; como Padrón, donde llegó la barca con sus restos mortales; Muxía, en esa terrible y bella Costa da Morte; y, cómo no, Fisterra, aquel Finis Terrae que hizo detenerse a las legiones romanas, ante el hermoso espectáculo de una puesta de Sol que parecía desaparecer para siempre en el mar.

Tras la experiencia vivida en Muxía, Santiago pasó algún tiempo más por Galicia hasta que decidió volver a Palestina. De regreso pasó por Caesaraugusta, la actual Zaragoza, y allí se le apareció de nuevo la Virgen, que le entregó un pilar y una imagen suya para dejarla en esa ciudad, en la que poco después el Apostol convertirá a la fe cristiana a siete hombres, que serán conocidos como los Siete Varones Apostólicos. Ellos continuarán la labor de Santiago y llegarán a cristianizar a la mayor parte de los habitantes de la Península Ibérica.

lunes, 25 de octubre de 2010

Las Vieiras

El día que la barca con los restos del Apóstol llegó a Galicia, se celebraba en aquel lugar una boda.

Cuando la comitiva se dirigía hacia el templo pagano donde se iba a celebrar el evento, vieron una embarcación a la deriva que era azotada por el mar en medio de un fuerte temporal. Aunque ellos no lo sabían, era la barca en la que viajaban los restos del Apóstol junto a sus discípulos. Sin pensarlo dos veces, el novio, montado en su caballo, se aventuró en auxilio de aquellos desdichados que iban en la barca. Pero una gran ola lo arrastró mar adentro y él, creyendo que aquel era su fin, rogó al cielo que lo ayudara a salir de allí. De repente, el mar se volvió en calma y sintió una extraña fuerza que tiraba de él, llevándolo a tierra al mismo tiempo que a la barca. El joven y su caballo aparecieron cubiertos de vieiras, como prueba de que había sucedido un milagro propiciado por los restos de aquel cuerpo que viajaba en la nave. El Apóstol lo había ayudado a salir.

Las vieiras son moluscos que abundan en la costa gallega, cuyas conchas, que reciben el nombre de veneras, aparecen representadas en varias ocasiones en la catedral. Pronto se convertirán también en el símbolo de los peregrinos de Compostela, que empezaron a llevarlas colgadas de su ropa o su sombrero, como prueba de haber alcanzado su meta. Aunque muchos las recogían personalmente en la costa, no tardaron en comercializarse y fabricarse artesanalmente, agrupándose los vendedores en el barrio por donde llegaba el Camino, que fue llamado Concheiros.