viernes, 8 de abril de 2011

El Paso Honroso de Hospital de Órbigo

En 1434 en Hospital de Órbigo, León, Don Suero de Quiñones se impuso, por amor a una dama, portar una argolla de hierro al cuello todos los jueves. Cuando quiso acabar con la promesa ofreció al Apóstol Santiago un torneo en el que él y ocho caballeros retaban a todos los que hacían el Camino, hasta completar trescientas lanzas rotas. Así durante treinta días que comenzarían con una misa y terminarían con un festín. Muchos caballeros aceptaron el reto y los que no lo hacían depositaban su guante en señal de cobardía. Al terminar, los participantes fueron a Compostela para ofrecer al Apóstol las armas con las que habían luchado en unos combates en los que tan sólo hubo un muerto. Pero esta aventura tubo un trágico final para Don Suero, pues, pasados unos años, moritía a manos de uno de los participantes, que quiso vengarse así por haber sido derrotado en uno de aquellos enfrentamientos.

Que pasión tenían los hombres de aquella época, "caray con ellos".

Guzmán el Bueno

La ciudad de León vio nacer, en el año 1256, a alonso Pérez de guzmán, "Guzmán el Bueno". El rey Sancho IV le encargó la defensa de Tarifa del ataque del infante don Juan. Éste, viéndo que no era capaz de ganar la batalla, secuestró al hijo de Guzmán y con él se presentó ante los muros de la ciudad con la amenaza de que o rendía Tarifa o mataba al muchacho. Guzmán subió a lo alto de la muralla, y dijo: "no engendré yo hijo que fuese contra mi tierra". Después lanzó su propio puñal para que cumplieran la amenaza y mantuvo la ciudad si rendirse.

martes, 5 de abril de 2011

Los Condes de Carrión y La Virgen del Dado

El peregrino pasa de la provincia de Burgos a la de Palencia. Allí se pasa por Carrión de los Condes, donde "El Poema de Mio Cid" nos cuenta que eran los condes Diego y Fernando González, casados con las hijas del Cid, y que a menudo sufrían las burlas de los hombres del Campeador por su cobardía. En venganza, los condes abandonaron a a sus esposas en el robledal de Corpes, creyéndolas muertas, después de azotarlas. El Cid pidió justicia a su rey, exigió que le devolvieran las dotes que les había dado y retó a duelo a los infames. Vengada la afrenta, las muchachas volvieron a casarse en mejores nupcias, con infantes de Navarra y Aragón.

Llegando a la provincia de León, allí estuvo muy concurrido el Camino sobre el siglo XVII. Debido a la cantidad de viajeros que pasaban, se daban cita muchos buscavidas que vivían de la estafa y del juego. Cuentan que un día, en una de las muchas partidas de dados que se jugaban, nada menos que dentro del claustro de la catedral, un soldado de los tercios de Flandes que se encontraba de paso, veía como, mediante trampas, le iban dando cuenta de todo el dinero que llevaba encima. Enojado por la situación, agarró el dado y lo lanzó con fuerza, dando contra la estatua de la Virgen que tenía enfrente y golpeando la cabeza del niño, que, de repente, ante el asombro de todo el mundo, comenzó a sangrar. Dicen que aquel soldado no sólo dejó el juego, sino que también abandonó el ejército para siempre.

San Antón

El Convento de San Antón, que perteneció a la Orden Hospitalaria de los Antonianos, especializados en curar enfermedades contagiosas y, sobre todo, el mal conocido como "Fuego de San Antón", muy extendido en la Edad Media y que estaba producido por el cornezuelo, un hongo que se encontraba en el centeno.

San Antón, patrón de esta orden, nació en Egipto en el año 251 d.C.. Fue un monje cristiano que, cuando tenía veinte años, vendió todas sus propiedades, entregó el dinero a los pobres y se retiró a hacer una vida austera. Vivió 105 años, la mayor parte en completa soledad. Un día, mientras llevaba vida de eremita en el desierto, descubrió mediante una visión que cerca de allí había un hombre que llevaba más tiempo de retiro que él. Entonces, fue en su búsqueda guiado por tres seres: el primero un centauro; el segundo un sátiro con cuerpo de hombre y patas de cabra; y el tercero un lobo que lo acompañó hasta el anacoreta, junto al que convivió algún tiempo, alimentándose de hierbas, raíces y un pan que cada día les traía un cuervo en su pico. Pasados unos años, decidió volver a su soledad, pero un día, vio la figura de unos ángeles que se llevaban a su antiguo compañero, y comprendió que éste había muerto. Volvió entonces para enterrarlo y, allí encontró una pareja de leones, que le ayudaron a abrir una piedra donde depositaron, para siempre, el cuerpo de su amigo.

domingo, 3 de abril de 2011

El Cid Campeador y El Cristo de la Catedral de Burgos

Saliendo de La Rioja, el Camino entra en tierras de Burgos, donde permanece imborrable el recuerdo del que, sin duda, fue el personaje más célebre de esa región, Don Rodrigo Díaz de Vivar "el Cid Campeador". este hidalgo castellano, importante figura de la Reconquista, nació en la primera mitad del siglo XI. Un heroico guerrero que participó en infinidad de batallas y que, al mando de un ejército de caballeros que lo siguieron incondicionalmente, llegó a dominar gran parte del territorio oriental de la Península.

En la catedral de Burgos hay una imagen de Cristo en la cruz que, swgún algunas leyendas, podría estar hecha por José de Arimatea. Su aspecto es tan real que parece que el pelo y las uñas le nacieran, en vez de estar pegados; la piel, la carne y la sangre desprenden tal naturalidad que sus venas parecen latir, y, si le quitan los clavos, sus brazos caen tal y como harían los de una persona real. don Pedro Ruiz de Minguijuán, importante comerciante de la ciudad, prometió llevar un obsequio a los religiosos de San Agustín, a la vuelta de un viaje que iba a realizar. Ya de regreso, cayó en la cuenta de que había olvidado su regalo, cuando desde el barco en que viajaba divisaron algo que flotaba en el mar. Al acercarse, descubrieron una imagen de Cristo crucificado y el comerciante pensó que sería ideal para cumplir el compromiso adquirido. Así pues, llevó la figura consigo y, según dicen, el día que hizo su aparición en la ciudad de Burgos, todas las campanas de la comarca comenzaron a sonar a la vez.