viernes, 14 de enero de 2011

Un Precio Inevitable y El Misterio de Obanos

En tierras de Navarra, Carlomagno se enfrentó a las tropas del navarro Furro en las inmediaciones de Villamayor de Monjardín. El emperador, dispuesto a salvar la vida de todos sus hombres, rogó al Apóstol Santiago que le indicara cuáles de sus hombres iban a morir en la batalla. Como respuesta, apareció una cruz roja pintada sobre el escudo de ciento cincuenta soldados. Carlomagno decidió entonces que aquellos hombres no participasen en la batalla y quedasen a salvo en sus tiendas. Sus tropas libraron la contienda sin sufrir bajas, pero cuando regresaron al campamento, encontraron muertos a todos los soldados que habían sido marcados. 

Cerca de allí, el Camino pasa por la localidad de Obanos, donde se cuenta la leyenda de Santa Felicia y San Guillén.

La princesa Felicia encontró la fe en Dios durante su viaje de peregrinación a Santiago, y decidió abandonar el lujo y las riquezas, por una vida humilde como sirvienta en el señorío de amocain, en el valle de Egües. Guillén, su hermano, fue a buscarla y cuando dio con ella, trató de que volviera, recordándole su compromiso de boda y el honor de su familia. Pero ella, reconfortada con su nueva vida, insistió en quedarse. Guillén, totalmente enajenado, la mató y después, arrepentido, partió hacia Compostela, pensando que quizás en el Camino podría encontrar el perdón de la misma manera que su hermana halló la fe.

A la vuelta, después de confesarse, se recluyó para pasar el resto de sus días, ayudando a peregrinos y a pobres, en la ermita de Arnotegui donde aún hoy reposan sus restos.

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